LA VANGUARDIA
A lo largo de la historia, el Manchester United ha tenido en sus filas a algunos de los mejores jugadores del mundo, pero también a una serie de futbolistas que marcaron época por sus actuaciones antideportivas o extradeportivas, pese a ser referentes también de sus respectivas generaciones.
Líos de faldas, alcohol, indisciplina y agresiones han sido el pan de cada día para hombres que el marchamo de estrellas les hizo considerarse que estaban por encima de la ley.
El más atractivo de los personajes por su historia fue sin duda George Best, un talentoso delantero de finales de los 60 que trajo de cabeza a Matt Busby y Bobby Charlton. Best era en aquella época una estrella en las islas británicas. Su fama era comparable a la de los Beatles y hubiera sido mayor de haberse dedicado a la música.
Tanto dentro como fuera del campo llamaba la atención. Sobre el césped logró todas las distinciones de un jugador de su categoría, culminada con el balón de oro en 1968, después de ganar la Copa de Europa.
Fuera de los terrenos de juego era lo opuesto a un ejemplo a seguir. Durante toda su trayectoria se le acusó de tener problemas con el alcohol, y él lejos de negarlo siempre respondió satíricamente. Frases como “en 1969 dejé a las mujeres y el alcohol. Fueron los peores 20 minutos de mi vida” o “he dejado de beber, pero sólo cuando duermo” dan una idea de la dimensión de lo consentido que siempre estuvo por parte de sus técnicos.
Además de la botella, otros de sus escándalos reconocidos tienen que ver con su trepidante vida sentimental. Llegó a decirse que había estado con varias modelos, y claro, él no desperdició la ocasión para otra de sus frases maestras: “Dicen que me he acostado con 7 Miss Mundo, pero sólo han sido tres” o “la prensa es muy mentirosa. Dicen que me he acostado con 200 mujeres, pero sólo han sido 100”.
Best fue víctima de su propio triunfo y pese a completar una carrera llena de éxitos, siempre intentó olvidar su infancia perdida con un vaso de cualquier tipo de alcohol: “Todos los problemas que he tenido han sido sólo culpa mía, así que no tengo porque sentirme culpable”.
Si Best marcó una época no fue menor la influencia del francés
Eric Cantona en los Red Devils. Éste ha sido uno de los jugadores más polémicos en la historia del fútbol, al que por su visceralidad adoraban los hinchas más acérrimos del club.
Debutó en el Auxerre en 1983 pero, tras ser traspasado al Olympique de Marsella, dejó de ser noticia por sus goles y sí por escándalos en los seis equipos galos por los que deambuló, con sanciones en cada una de ellos. Esto y una suspensión por lanzarle el balón a un árbitro a la cara llevaron al delantero a anunciar una prematura retirada en 1991, con 25 años.
Pocos meses después decidió dar el salto a la Premier, donde comenzó a prueba con el Sheffield, pero no lo aceptó. Fue el Leeds quien lo acogió, aunque sólo unos meses, pues problemas con la directiva le hicieron cambiar de aires repentinamente. En apenas unos meses se convertiría en el referente del Manchester ya dirigido por
Alex Ferguson.
El ego de Eric creció tanto en esta época que durante un encuentro ante el Cristal Palace en 1995 decidió tomarse la justicia por su mano. El francés propinó una patada en el pecho, saltando por encima de las vallas, a un aficionado que le había proferido insultos racistas. Fue sancionado con nueve meses de suspensión y dos semanas de cárcel, que finalmente no llegó a cumplir.
Polémico, agresivo y ególatra, Cantona nunca se arrepintió de lo sucedido, incluso fue más allá: “¿Mi mejor momento? Cuando le di la patada a aquel hooligan”. Además siempre dejó patente su elevada autoestima fuera de los terrenos de juego: “El fútbol es como hacer el amor, si no puedes aguantar 90 minutos como yo, no ganas”.
Otras de las personalidades más fuertes que han pasado por Manchester fue la de Roy Keane, uno de los medio centros más agresivos de su época y que llegó a afirmar que se había peleado con tanta gente que ya no sabía “a quién dar la mano antes de cada partido”.
Keane era la extensión de Ferguson en el campo. Un tipo duro que pasará a la historia por una de las venganzas más terribles de la historia del fútbol. Todo comenzó cuando el noruego Alf-Inge Haalad le lesionó de gravedad. El irlandés se tomó la justicia por su mano y en una brutal entrada no consiguió su propósito, sino que se hizo daño a sí mismo. Una rotura de ligamento cruzado después, en 2001, volvieron a verse las caras. ‘Keano’ no falló y el noruego tuvo que retirarse de la competición un año después.
