El Real Madrid siempre ha pregonado señorío en todos los aspectos que componen su prolífica historia. En los comportamientos de todos sus miembros, desde los despachos hasta el vestuario. Varios años sin rascar bola ha hecho que Florentino se pase por el forro el paradigma de la elegancia y ha contratado como entrenador a un maleducado portugués de nombre José Mourinho. Ayer el Levante le defendió desde la trinchera y le arrebató dos puntos con los que nadie contaba, y se vio a Mou en estado puro, encarándose con el árbitro como es normal, pero fue más allá, y también se plantó ante el entrenador granota Luis García, ante el defensa local Del Horno, y le dio igual si estaba entrenando al Vitoria de Setúbal o al equipo señor ha acampado por España dando lecciones de gala. Lo que nunca vi en un estadio lo presenciaron ayer mis ojos en el Ciutat de Valencia, pero ni Mou ni las estrellas blancas pudieron calmar la satisfacción con la que salí del estadio orgulloso de un equipo modesto que lucha con despojo por mantener la categoría de oro.
domingo, 26 de septiembre de 2010
lunes, 20 de septiembre de 2010
Carnicería checa
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